Abro mis ojos, feliz. Siento el aire entrar y salir de un modo que hace que la biología parezca sencilla. Es cosa de cada día. Si me abstraigo de lo evidente siento la brisa suave colándose entre mi pelo, rodeando mi piel con cálidos roces. Su aroma me embriaga y me recuerda lo afortunada que soy en ese preciso instante. A veces tiendo a decaer, al igual que ella. Cuando comprendo que no todo es tan simple. Cuando recuerdo que soy parte de un problema matemático de difícil resolución. Mi vida siempre ha sido así. Un par de incógnitas para acá y una cruda verdad para allá. Me harto de mi indecisión ¿o será más de las decisiones equivocas que tomo? Tal vez no exista decisión alguna. Ayer sonreía y hoy también, mañana probablemente también lo haré. Me siento afortunada de respirar el mismo aire que inhalamos las tantas veces que nos miramos con los ojos bien cerrados, y otras cuantas entre abiertos. A veces no puedo evitar las ganas de amarme. De amarme tanto más que lo que te he amado todo este tiempo. Exenta de culpas la flor descansa, cuando se engaña y cierra sus ojos con intenciones de no despertar. Es más lindo de este modo. Nos callamos y disfrutamos del silencio. El silencio nunca es suficiente ¿no es verdad? Aunque nos guste creerlo, nos hace sentir peor cuando es contrastado con el barullo de las urbes que habitan en ti y en mí. Esas que gustan de compartir a ratos, mientras en otros desatan guerras interminables con finales que poco prometen. Nos mezclamos, de uno u otro modo siempre terminamos por fusionarnos, y sin importar si nos hace bien o mal corremos riesgos sólo por la necesidad de vibrar.
Precious
Hace 14 años
0 anormales pasaron por aquí:
Publicar un comentario