Es duro descubrir que esas melodías que acompañaron nuestra historia ahora las canta otra. También lo es saber que maneja nuestros léxicos personales. Veo que no t es fácil determinar límites, en muchos aspectos.
No es fácil mantenerme distante si ya está escrito que tus pasos deban cruzar los míos, cuando me gustaría ser lo suficientemente fuerte como para correr lejos y nunca más volver. Porque cuando no es posible no conectarme con ese brillo en tus ojos -y opto por voltear la vista y dirigirme a tu mano, o tu pierna, o tu cintura…porque incluso a tu cuello no puedo- finalmente no puedo evitarlo, porque siempre vuelvo a dirigir mi mirada hacia el norte y hasta ahí llego el enorme plan que ideé en tan sólo 3 segundos.
Me gustaría no saber nada, ni de ti ni de todas esas melodías que ya no podré escuchar porque sólo clavan. Aún no logro comprender exactamente dónde se origina el daño, no se si no te das cuenta, si no entiendes; si no logras ver porque no puedes o porque te gusta lanzarte a la vida con los ojos cerrados. Yo se que a veces vendo mis ojos para lograr levantarme cada mañana, pero estoy consciente de aquello.
Quiero irme. No quiero ser parte de este juego. No quiero verte, ni escucharte, ni olerte, ni sentirte cerca. Me duele respirar tu mismo aire, me duele que no sientas lo que siento, que no te des cuenta de como me hieres; que sólo rías y calles. No quiero tus risas, no quiero tus llantos, no quiero ese brillo que me provoca nauseas. No quiero ser más esa basurita tirada en el camino. No quiero darte más motivos para sonreír, ni que te rías es mi cara, me canse de reírnos; me harté de reírme de mi contigo. Mi sonrisa ha comenzado a verse algo falsa.
